martes, 15 de octubre de 2013

Microrelato fantástico. La escritora.




La escritora.

“Un día, la muerte y yo chocamos en el mismo estrecho y maloliente callejón.
—Con permiso —Dije tratando de disimular el canguelo que de repente había erizado hasta mi último vello corporal.
— ¡Pero si es Alfredo! —Rio sacudiéndome una palmada contundente en la espalda, de esas que se dan cuando conoces a alguien de toda la vida… y en su caso así era—. Casi nos vemos el año pasado, cuando por poco te caes en ese precipicio por despistado. A ver si miras por donde vas… Te he escrito un final impresionante, no quisiera que me lo chafaras antes de tiempo.
—Espero que falte mucho para ese final —Tragué saliva—. Como buena escritora que es usted, sabrá que el suspense es vital en toda buena obra.
— Y como buen crítico literario que eres, Alfredo, sabrás que nunca has de dejarte sonsacar detalles clave de la narración, y mucho menos sobre el final —Rio con malicia—. ¿Has leído ya el borrador que te envié?
Alfredo recordó instantáneamente una novela inquietantemente parecida a su vida, que había sido enviada por alguien que firmaba como “La muerte”. Solo había leído unos cuantos capítulos antes de saltar a la calle en plena noche con la intención de acudir a la policía para denunciar un claro caso de acoso.
—Estoy en ello —Tragó saliva intentando vanamente no mirar el borrador que llevaba en su mano.
—Bien, bien… Una historia no puede acabar si no se llega al final. Rio la muerte dándose media vuelta y desapareciendo por donde había venido, fundiendo su putrefacto cuerpo  y sus mortecinos harapos en la oscuridad del callejón…”

Alfredo volvió a estremecerse, levantó la vista y de repente se hallaba de nuevo en su despacho. Aun le quedaba más de medio borrador por leer pero no era capaz de pasar de aquel callejón. Algo le decía que a partir de ahí su vida se complicaría trágicamente hasta que la muerte le pusiera fin, ¿de qué otra forma podía acabar una novela escrita por el propio príncipe de las tinieblas? Desde luego no con un “…y fue feliz y vivió para siempre”.  
Quizás algún día estuviese preparado para leer una página más allá del presente en el que se había estancado, incluso el final, pero hasta entonces continuaría releyendo los mismos capítulos de su vida una y otra vez, reviviendo sus penas y glorias. Estaba atrapado en un bucle de tiempo que aunque ya se había repetido durante décadas era incapaz de abandonar, pues más le valía —pensaba— seguir viviendo en sus recuerdos que arriesgarse a leer su futuro. 

La muerte no suele enviar escritos a la gente, pero es curioso como muchas personas prefieren vivir en el pasado por miedo a leer una página más allá del presente.




1 comentario:

  1. UFF NO LO HABIA LEIDO HASTA AHORA, PERO ES UNA FICCION MUY REAL, RECONOZCO QUE ARRIESGAR EN CAMBIAR MI FUTURO ES UNA DECISION DIFICIL DE ACEPTAR, VIVIR EN LA SEGURIDAD DEL PASADO Y DEL PRESENTE ES MUY PLACENTERO PERO ESO NO ME ASEGURA LA FELICIDAD COMPLETA, NO SE TRATA DE NO TENER AGALLAS PARA INTENTARLO, ES MAS BIEN TENER LA INTELIGENCIA PARA SABER QUE YA LLEGARA UN MOTIVO TAN IMPORTANTE QUE ME OBLIGUE A CAMBIAR MI CAMINO.

    ResponderEliminar