Si eres de los que intenta reirse hasta de las perradas más gordas, entonces no te pierdas:
Las
fases del duelo de la luz
![]() |
Imagen de alphacoders.com |
Primera
fase: Negación.
Cuando abres la carta
de Fenosa con aire despreocupado y lees por encima, como sin enterarte: “Factura
de la luz: 350,00 €”. Sueles pagar unos 40€ al mes. Los cálculos no coinciden,
pero la noticia es tan impresionante que no eres capaz de asimilarla. El shock
es tan fuerte que te vas a hacer las tareas cotidianas con la misma parsimonia
que si nunca hubieses leído nada, un curioso mecanismo de defensa de tu mente
para evitar las tragedias.
Segunda
fase: Ira.
Al cabo de un rato algo
se enciende en tus adentros. El fuego te desborda, y cual caballo desbocado regresas
a la mesa donde anteriormente habías depositado la carta maldita. La miras, la
remiras, la lees del revés… y sigue diciendo lo mismo. Entonces tu dedo se
dirige al teléfono, marcas el 902 de atención al cliente sin pensar en las
consecuencias, y te cabreas más y mas mientras esperas a que deje de sonar la
musiquilla infernal y a que un operador quede libre. Cuando el primero contesta
le saltas a la chepa antes de darle tiempo a presentarse, pero el operador, muy
profesional, se hace el loco y responde a tus graznidos pidiéndote tus datos
para cerciorarse de que no es otra persona la que llama, como si otra persona
tuviese ganas de pasar por ese cabreo para pelear por TUS derechos… (¿Dónde está
Robin Hood cuando se le necesita?). Después de explicarle al amable operador tu
cabreo, este te pide que no te retires y te pasa con otro, que a su vez vuelve
a pasarte con otro, y tras repetir el mismo cuento cuatro o cinco veces (lo que
en marketing se conoce como la táctica defensiva de la pelota mareada) te dicen
que en realidad no pueden ayudarte porque tu ya no perteneces a Fenosa, que
ahora por lo visto eres de gas natural. Se te queda la cara a cuadros… ¿pero no
eran lo mismo? ¡Madre mía, esto es peor que una secta! Al final acabas llamando
a otro 902 para volver a contar tus penas en otro sitio diferente, a otros
cuatro operadores distintos, que vuelven a lavarse las manos diciendo que el
problema es de la distribuidora, que no ha hecho bien su trabajo. Cuando la ira
va menguando te desplomas agotado en el sofá sin fuerzas para volver a marcar
otro 902.
Tercera
fase: Negociación.
Tras gastarte más de
cuarenta euros en llamadas decides ir al día siguiente a la oficina, donde te
aclaran que sí que perteneces a Fenosa (a estas alturas ya pensabas que eras de
Marcianos Light…) y sí, que la factura
está mal porque no cumple el contrato que tu has firmado previamente, y bla bla
bla... El caso es que la propia recepcionista te recomienda que pidas al banco
que te devuelva el importe de la factura, y esperes a que te escriban o te
llamen para contarles lo que ha pasado y negociar (al menos esta vez llamarán
ellos…).
Cuarta
fase: Depresión.
Después de tanta pelea
y negociación empiezas a acordarte de lo injusta que es la vida, de que
bastante tienes tú ya con tus problemas para que aun encima tengas que pelear a
capa y espada con los guerreros de la luz oscura, que si los demás quieren
salir de la crisis a cuenta de robarte a ti, y todo tipo de ideas
autodestructivas & delíriums trémens. Deambulas el resto del día entre la depresión
y la indignación, pensando en que pasará cuando contacten contigo para decirte
algo así como: “que pagues ya, moroso”, cuando tu nunca has roto un plato y
siempre has pagado como has podido tus facturas. Parece que la vida se ceba con
los honrados, comienzas a darle vueltas en la cabeza a ideas poco sanas.
Quinta
fase: Aceptación.
Al final comienzas a
plantearte que en realidad nada de esto es tan grave, lo máximo que puede pasar
es que te corten la luz y tengas que vivir a golpe de velas… y si sobrevivieron
en la edad media… ¿Por qué no vas a
hacerlo tú? (Nunca has visto una, pero seguramente tendrán al menos un puerto
USB). Respiras hondo, tratas de ver el lado bueno mientras piensas en las cosas
bonitas de la vida (la negrura de la oscuridad, antes de que se hiciera la luz
y apareciera Fenosa para cobrarla…), en que todos nos equivocamos, que igual
hasta no tienen mala intención los pobres, simplemente no les da para más la
cabeza, y en que quizás puedas plantearte pagar la factura a plazos… “No pasa
nada”. Te repites esto una y otra vez mientras introduces en el buscador de Google:
“Como puentearle la luz al vecino”…
Por Melina Vázquez.
Todo lo expuesto en este blog puede
compartirse libremente siempre que
se cite la autoría y la fuente.